sábado, 23 de abril de 2016

QVO VADIS, Canonical...?

Como la mayoría de usuarios actuales de Linux, yo también empecé con Ubuntu. Y tengo un gran respeto (creo que ya lo dije más de una vez) a esa distro, que permitió ‘humanizar’ Linux. Pero, en su día (creo que mi último Ubuntu fue el 10.10) empecé a torcer el gesto porque no me gustaban algunas ‘cositas’ rupturistas que iban introduciendo los de Canonical, y fui probando nuevas experiencias: LinuxMint, Mandriva, PCLinuxOS… hasta que Debian apareció en mi camino y ya (incluso ‘poniéndole los cuernos’ con ArchLinux, que fue una bonita aventura) no me he separado de una de las madres de todas las distros.


Y es que mi salida de Ubuntu comenzó porque empezaron a no gustarme los cambios que iba introduciendo Canonical para distinguirse de los demás: por ejemplo, desde el muy sencillo (pero muy incómodo) de tener que acostumbrarse a tener los botones de minimizar, cerrar, etc arriba, a la izquierda, en vez de, como todo el mundo, a la derecha, hasta el famoso entorno Unity, que nunca me gustó, porque era similar al (entonces de moda) Gnome-shell, pero más pesado y empalagoso. Y como pronto me enamoré del entorno Cinnamon… ahi quedaron el Gnome-shell (Gnome3), y el Ubuntu ‘per sæcula sæculorum’. Pero sigo participando en Foros de Ubuntu, que son de los pocos que mantienen cierta actividad, y siempre se aprende (y puedes ayudar) algo.
Y, quizás por eso, he ido ‘montándome’ mi teoría, que se basa en estas afirmaciones:
a) Canonical es una compañía privada, que creó Ubuntu (y el origen del nombre, que es muy bonito, proviene de una regla ética, africana, en lenguaje zulú, que significa… pues todo esto). Ha invertido mucho dinero, sin aparente beneficio directo, porque de momento (y van casi 10 años) Ubuntu es ‘gratis total’ 
b) Ha conseguido una inmensa penetración en el mundo Linux. Yo creo que, actualmente, al menos 3 de cada 4 usuarios de Linux son ‘ubunteros’ 
c) Una gran mayoría de los usuarios de Ubuntu son ‘conversos’, es decir, son usuarios de Windows que quieren probar nuevas experiencias… y muy a menudo sin querer prescindir de su Windows, y de sus programas (y juegos). Por eso en sus foros proliferan las preguntas sobre Wine (y antes, incluso sobre ese engendro que era Wubi). 
d) Con una ‘cultura linuxera’ escasa, muchos usuarios identifican ‘Linux’ con ‘Ubuntu’ 
e) El gran mercado de Linux está, por tanto, ahí: gente que no quiere prescindir de las comodidades y costumbres adquiridas en Windows. Que, en el fondo quieren ‘otro Windows’. Y que si, se les da… quedan satisfechos, y no profundizan más. 

Por tanto, en mi personal opinión, puede haber una estrategia empresarial en ello: una vez captado el mercado, bastaría ‘modificar’ suficientemente la distro para hacerla distinta a otros Linux y los usuarios, acostumbrados a eso, y considerándolo y con pocas ganas de cambios por considerarlo 'un referente'… quedarían cautivos. 
Más o menos, la misma estrategia de Microsoft. 

Hace unas pocas horas ha salido la última versión de Ubuntu, la 16.04 LTS. Leo las descripciones de lo que ofrece y quedo algo boquiabierto: aparte de que las aplicaciones tradicionales, e incluso el núcleo, tienen una versión inferior a las que yo estoy usando, desde hace unos meses, en mi Debian Testing, y de que siguen teniendo 'cositas' diferenciales, aporta también, como novedad, algo de lo que se está hablando mucho estos días: de la herramienta ‘snapkraft’, con la que crear los paquetes ‘Snap

Y… ¿que son los paquetes Snap?
Pues, sencillamente, son ‘aplicaciones autoportantes’, es decir, paquetes cerrados que se instalan 'como un conjunto indivisible' y que ya contiene todas las librerías, dependencias, etc, etc necesarias para ejecutarlo… y esto independientemente de que pudiese usar librerías o paquetes dependientes que ya se encuentren instalados en otro lugar del sistema. Y que, por lo tanto, quedarían duplicadas.
¿Ventajas? Pues se alega a que, de esta forma, cada aplicación podrá usar sus propias versiones de librerías, eliminando así el principio de ‘un solo paquete (y versión) para todo, y un solo sitio único para cada paquete’, típico de Linux, como, en cierto modo, ya apuntaba en el punto 4 de aquí. Y se eliminarían, asimismo, las famosas dependencias para así evitar (dicen) 'condicionantes de atarse a una versión única de un paquete', para disminuir los errores de dependencias incumplidas que a veces generan las aplicaciones ofertadas por terceros (los famosos PPA, o sus homólogos, los repositorios AUR , y similares), no siempre tan afinados y muy vulnerables a los cambios en las distros 'rolling release'.

E inconvenientes… pues que, naturalmente, al duplicarse, triplicarse… los archivos, las necesidades de espacio crecerías bastante. Eso de que la partición raiz (/) donde está todo el sistema, pueda ocupar 6 o menos GB pasaría a mejor vida, y Linux, con los Snaps, adoptaría la filosofía de Windows, necesitaría 20-30 GB, o más, para instalar el sistema y sus programas, espacio que aumentaría significativamente si aumentas el número de aplicaciones (aquí, ya, habría que llamarles ‘programas’) instaladas… e incluso no me extrañaría que empezasen a desaparecer las carpetas tradicionales de la partición root (/) y apareciese una que a lo mejor hasta se llama… ‘Archivos de Programa’.

 A lo mejor es un gran invento pero a mi, personalmente, no me gusta, es pasarse ‘al estilo Windows’… y espero que ello no traiga consigo, además de una gran ocupación del disco duro, problemas de fragmentación, de desaprovechamientos de espacios, etc.

Y, sobre todo, tampoco me gusta una noticia que leí hace unas semanas, de que Canonical y Microsoft van a emprender un estudio conjunto para (más o menos) conseguir integrar Ubuntu en Windows. O sea, una especie de Wine… pero a la inversa.

Y es que (con esto vuelvo al título del post) me parece que se está ‘cocinando’ una especie de ‘duopolio’ entre estas dos grandes empresas, creando dos sistemas con características específicas, y únicas, que debido a su fama capten y fidelicen usuarios que luego tengan 'gran inercia' para probar otros sistemas claramente diferenciados, que les obligaría a tener que acostumbrarse a ellos. Ojalá me equivoque, claro...

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